Por: Federico Boccanera
Un improbable gobierno de improbables,
de siameses inhábiles, es lo que tendremos que afrontar en los próximos
meses, o años, eso nos espera…
Cual siameses conectados por el vínculo
más inverosímil, deberán tratar de avanzar juntos, con previsible paso
de tropiezos mutuos, y deberán mostrarse unidos, pero a la vez
conservando distancias prudentes, y esto por una razón muy simple: habrá
que gobernar, y eso generará responsabilidades que deberán repartirse,
donde antaño uno sólo lo hacía todo, en todas las instancias, y a nombre
no de una administración, sino de sí mismo y del designio providencial
al que obedecía.
El TSJ en su sentencia aplicó el
principio de la continuidad administrativa, que es principio sano
aplicado a la administración pública, pero no al gobierno, en donde el
imperativo es la alternabilidad y no la continuidad, desde luego, lo
hizo para justificar lo que habría de ocurrir el 10 de enero, pero la
sentencia del TSJ busca también aprovechar toda la inercia
administrativa que podría quedar, para tratar de prolongar al máximo la
gobernabilidad, tranquilizando por ejemplo al chavismo burocrático, que
deberá seguir con algún grado de ”inquieta serenidad” al frente de la
nave del estado.
El régimen deja de ser caudillista,
mesiánico, carismático, personalista, bonapartista… para volver a ser
gobierno, incluso gobierno convencional/rutinario de funcionarios y de
supuestas instituciones, y deberá responder por la presión de mantener
el funcionamiento de la maquinaria gubernamental: pagar nóminas,
ejecutar presupuestos, firmar contratos, administrar la cosa pública,
etc, etc… y muy importante: responsabilizarse por acciones, inacciones y
sobre todo, por las inconmensurables promesas electorales del 2012, que
son el verdadero legado del Comandante, y de la cuales andará pendiente
el pueblo que votó una vez más, por el proyecto de una patria nueva…
(Aunque con reticencia creciente y sin expedir en muchos casos un cheque
en blanco como en ocasiones anteriores)
Los tres millones que por ejemplo,
firmaron para optar a la misión vivienda, serán los verdaderos
vigilantes, fieles y leales, y ¡EXPECTANTES!, de que la voluntad del
Comandante se cumpla, y así como obedecerán el mandato de aceptar a
Maduro, pretenderán que otros mandatos sean igualmente cumplidos.
Es más, respaldaran a Maduro precisamente buscando, esas determinadas garantías de “fiel cumplimiento”.
Sin embargo, y en contraste dramático
que solo asimilarán luego (y solo una vez superado el impacto de la
pérdida definitiva). La gente en sus protestas diarias, ya no podrá
seguir diciendo “Chávez escúchame, Chávez párame, Chávez date una
pasadita para que veas que tus ministros te mienten…”
Para que Maduro pudiese coger el timón
de la nave sin sobresaltos, incluyendo sobresaltos “administrativos”, el
TSJ en ruptura histórica, se limpia de “formalismo burgués” desechando
su misma constitución bolivariana, pero eso fue lo que pasó el 10 de
enero… en cambio, el otro poder, representado por la Asamblea Nacional,
cinco días antes procedió a la renovación de su directiva, en estricto
apego a la legalidad -un poco abusivamente a decir verdad- pero
alineándose con la “formalidad burguesa”.
Por lo tanto, Maduro como Vicepresidente
de la República, se inaugura en el poder pisoteando la legalidad,
mientras Diosdado como Presidente de la Asamblea, se renueva cinco días
antes, respetándola con integridad, en otras palabras, queda servida -en
teoría- la vía legalista, para hipotéticas intervenciones de
restitución de la constitucionalidad, que podrían llegar a ocurrir quien
sabe como, por parte de uno o más compartimientos del mismo poder
chavista.
A partir del día 10 de enero, la
dualidad del poder quedó habilitada como potencial situación a
presentarse en un “futuro x”. Del vacío de poder mientras tanto se
encargarán los herederos de la línea colonial cubana, del poder alterno
ya veremos, porque aún no debe creerse del todo en ciertas inecuaciones
que apuntan a la inevitabilidad de ciertos personajes públicos y
notorios…
Este año es factible que todo aguante,
de hecho, el actual chavismo triunviro de Maduro-Cabello-Ramírez podría
durar años. En todo caso, una mitad del país deberá antes superar el
proceso luctuoso de una ausencia real e irreversible más allá de
cualquier calificación oficial, y la otra mitad, pasar por el proceso de
superar el electoralismo y la telepolítica, como las vías únicas para
la acción y el trabajo político.
Porque ni el chavismo en su forma
actual, determinado exclusivamente por una lógica unidimensional
dirigida solamente a la retención del poder, ni su oposición de lógica
simétrica, de líderes personalistas, que sólo se concibe con candidatos
en permanente campaña electoral, podrán representar solución alguna…
porque son propuestas destinadas a agotarse, porque son proposiciones de
continuidad con una dinámica política que no sobrevivirá, a la
desaparición definitiva de Chávez.
La oposición además deberá insistir en
plantearse una línea principista, de defensa de la legalidad, de defensa
de la soberanía, una línea nacionalista, de restitución democrática, de
restitución de la alternabilidad, de reconstrucción institucional,
promoviendo la convergencia amplia con todos los poderes y todos los
sectores del país, en torno al supremo interés nacional, manteniéndose
desde ya en un curso de posible coincidencia futura, con la insurgencia
de un proceso de verdadera transición democrática, la única vía posible
para superar esta etapa declinante en la historia del país, e inaugurar
otra sostenible en el tiempo.
El joropo que viene aún no tiene título,
pero se lo podría poner dentro de algunos meses, el primer ciudadano de
a pie que en medio de circunstancias de creciente “enbochinchamiento”,
comience a preguntarse: ¿quién gobierna?
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